En
la teoría psicoanalítica freudiana, los mecanismos de defensa son estrategias
psicológicas inconscientes puestas en juego por diversas entidades para hacer
frente a la realidad y mantener la autoimagen. Las personas sanas normalmente
utilizan diferentes defensas a lo largo de la vida. Un mecanismo de defensa del
yo deviene patológico solo cuando su uso persistente conduce a un
comportamiento inadaptado tal que la salud física y/o mental del individuo se
ve afectada desfavorablemente. El propósito de los mecanismos de defensa del yo
es proteger la mente/sí mismo/yo de la ansiedad o sanciones sociales y/o para
proporcionar un refugio frente a una situación a la que uno no puede hacer
frente por el momento.
Los
mecanismos de defensa son referidos con mayor exactitud como mecanismos de
defensa del yo, y así pueden ser categorizados aconteciendo cuando los impulsos
del ello están en conflicto unos con otros, cuando los impulsos del ello entran
en conflicto con los valores y creencias del superyó, y cuando una amenaza
externa es planteada al yo.
Desplazamiento
El
desplazamiento es un mecanismo de defensa inconsciente en que la mente redirige
algunas emociones de un objeto y/o representación psíquica que se percibe como
peligroso o inaceptable, a uno aceptable.
Consiste
en que el acento, el interés, la intensidad de una representación puede
desprenderse de ésta para pasar a otras representaciones originalmente poco
intensas, aunque ligadas a la primera por una cadena asociativa.
Este
fenómeno, que se observa especialmente en el análisis de los sueños, se encuentra
también en la formación de los síntomas psiconeuróticos y, de un modo general,
en toda formación del inconsciente.
Formación reactiva
En
psicología, la formación reactiva es un mecanismo de defensa consistente en la
expresión opuesta a la del deseo que el sujeto tiene pero evita, por motivos de
censura. El motivo es que el sujeto anticipa censura moral a causa de la
expresión de su deseo.
Ejemplos
de formación reactiva son la expresión de amor cuando se tiene odio hacia el
otro y viceversa, el orgullo y la soberbia por arrepentimiento, etc.
Proyección
La
proyección es un mecanismo de defensa que opera en situaciones de conflicto
emocional o amenaza de origen interno o externo, atribuyendo a otras personas u
objetos los sentimientos, impulsos o pensamientos propios que resultan
inaceptables para el sujeto. Se «proyectan» los sentimientos, pensamientos o
deseos que no terminan de aceptarse como propios porque generan angustia o
ansiedad, dirigiéndolos hacia algo o alguien y atribuyéndolos totalmente a este
objeto externo. Por esta vía, la defensa psíquica logra poner estos contenidos
amenazantes afuera.
Aunque
el término fue utilizado por Sigmund Freud a partir de 1895 para referirse
específicamente a un mecanismo que observaba en las personalidades paranoides o
en sujetos directamente paranoicos, las diversas escuelas psicoanalíticas han
generalizado más tarde el concepto para designar una defensa primaria.1 como
tal, se encuentra presente en todas las estructuras psíquicas (en la psicosis,
la neurosis y la perversión). Por tanto, de manera atenuada, opera también en
ciertas formas de pensamiento completamente normales de la vida cotidiana.
Represión
La
represión es un concepto central del psicoanálisis que designa el mecanismo o
proceso psíquico del cual se sirve un sujeto para rechazar representaciones,
ideas, pensamientos, recuerdos o deseos y mantenerlos en el inconsciente. De
acuerdo con la teoría de Sigmund Freud, los contenidos rechazados, lejos de ser
destruidos u olvidados definitivamente por la represión, al hallarse ligados a
la pulsión mantienen su efectividad psíquica desde el inconsciente. Lo
reprimido constituye para Freud el componente central del inconsciente. Como
decía Freud: "lo reprimido se sintomatiza".
Para
Freud la represión opera porque la satisfacción directa de la moción pulsional,
que en realidad está destinada a causar placer, podría causar displacer por
entrar en disonancia con las exigencias provenientes de otras estructuras
psíquicas o que llegan directamente desde el medio exterior.
En
un sentido estricto, se trata del mecanismo típico de la neurosis histérica,
pero en sentido lato es un proceso que ocurre en todos los seres humanos dado
que constituye originariamente el proceso clave y fundacional del inconsciente.
Sublimación
La
sublimación en psicoanálisis es un término descrito por Sigmund Freud como uno
de los destinos posibles de la pulsión. Se trata de un proceso psíquico
mediante el cual áreas de la actividad humana que aparentemente no guardan
relación con la sexualidad se transforman en depositarias de energía libidinal
(pulsional). El proceso consiste en un desvío hacia un nuevo fin. Entre los
ejemplos de freud como nuevos destinos de la pulsión sexual está lo artístico y
lo intelectual: sublimar consistiría en mudar el fin pulsional hacia una
actividad desexualizada, intentando su realización, por ejemplo mediante tareas
creativas o de prestigio social: arte, religión, ciencia, política, tecnología.